domingo, 5 de julio de 2009

LA SALVACIÓN DE FANTASY

VOY A COLGAR HISTORIAS QUE ESCRIBÍA HARÁ UNOS AÑOS Y QUE HE ENONTRADO HACE POCO EN EL BAUL DE LOS RECUERDOS...:

Transcurría una fría noche en Fantasy; la ciudad de la imaginación y fantasía.
Todo apuntaba a que la niebla espesa y blanca era un mal presagio de alguna próxima catástrofe.
Todas las dudas se disiparon cuando un grito femenino en un espacio muy apartado a la torre de la emperatriz, desgarró el silencio.
La ninfa mágica de las aguas refulgentes “Yesenia”, acababa de morir a manos de los señores tenebrosos, del lado oscuro, fuera de los límites de Fantasía. Había sufrido un sacrificio de absorbencia de la magia, para así donarle más poder al nigromante, el príncipe de la oscuridad, dominante de los muertos y espectros.
“El plan de este, era conseguir el poder necesario a través de los seres más mágicos de la tierra, lo que ponía en peligro a la emperatriz, uno de sus objetivos.
No solo eso. Los papiros del sacramento oscuro indicaban que un joven príncipe para ascender al trono de un rey soberano, debía desposarse con una princesa elfa de pura sangre. Si esto no se cumplía, el reino oscuro se desvanecería y moriría sumido en las profundidades del abismo”.

-¡Encontrad a Sirca y coged a la emperatriz Crista con vida!-ordenó muy alterado el futuro rey- yo me encargaré del resto.
Los seres encapuchados de negro y armados con espadas de hielo, asintieron y desaparecieron en el aire como por arte de magia.

Los seres no habían pasado desapercibidos en Fantasy y “Crista”, la emperatriz, lo había notado por los destrozos y desapariciones que habían ocasionado a causa de la búsqueda.

-Crista, los señores del lado oscuro no tardaran en encontraros.-le recordó el hombre muy nervioso.- ¿Sois consciente del peligro que corréis?
-Sí, Mellátrix, soy consciente. Pero también lo soy pensando que no soy la única que corre peligro. Pronto encontraran a una princesa elfa de sangre real. Y poder así el rey oscuro gobernar.-Respondió sin ánimos y la mínima esperanza.
-¿Qué aconsejáis, mi emperatriz?
-Mellátrix, no puedo deciros nada. Solo esperar…

Mientras, en el bosque de las hadas, se encontraban dos elfos, la princesa Sirca, de gran belleza y Cornelius, un joven enamorado y apuesto.
A pesar de las apariencias de quinceañeros, en realidad tenían más de cien años, sin embargo, la mente seguía siendo fresca y juvenil como la de un adolescente. Los elfos tenían la virtud de conservar la belleza durante muchos años.
Cornelius quería declararle su amor a Sirca y entregarle el anillo plateado, forjado con palabras inscritas:
-¿Qué es lo qué tanto deseas decirme, Cornelius?- dijo entre risas Sirca.
Sus labios finos color carmín se habían ensanchado.
Este, le dio en las manos el objeto y alzándose a su cara, le dio un dulce y ligero beso en la mejilla.-Ella se estremeció y comenzó a enrojecer.
-Es precioso…,-admiró con determinación-y lleva algo inscrito en él,” siempre en tu corazón”.-El corazón le dio un vuelco y comenzó a palpitarle aceleradamente.- Me encanta, pero…-objetó pensando y con un tono de voz extraño-si tanto me quieres, ¿harías cualquier cosa por mi?
-Cualquier cosa.-Respondió con decisión y la mirada fija hacia ella.
Los ojos verdes de Sirca, miraron el anillo y acto seguido, lanzó el anillo al lago de las sirenas, que estaba cerca de ellos. Dejando así su melena pelirroja y lisa al viento.
-¿Por qué has hecho eso?-preguntó con reproche.
-Dijiste que harías cualquier cosa por mí. Ahora yo te pido que encuentres mi anillo. Si lo encuentras te premiaré con un beso.
-De acuerdo.-Dijo sonriendo Cornelius como si de un juego se tratase.

Tras salir del agua sin el objeto pedido, el elfo descubrió que Sirca había desaparecido. Un pensamiento se le pasó por la cabeza y no pudo evitar estremecerse, “la había raptado el príncipe de las tinieblas”.

En el lado oscuro se celebraba la bienvenida de Sirca, la princesa de sangre real. No se sabe como, pero la habían hipnotizado con un conjuro, el cual consistía: que no podía amar a ninguna persona que no fuese al nigromante.
Ahora la princesa se presentaba con un aspecto frívolo, con la mirada que ahora poseía, ya no llevaba el cabello suelto sino recogido en dos grandes moños y sus ropas eran negras como la noche.
La boda no se había celebrado, pero se celebraría al caer el sol.

Cornelius debía darse prisa cuenta o si no el mundo se vería sumido en la penumbra y dominado por el rey de los muertos. Su verdadero amor lo perdería y todo habría acabado en la vida.
El príncipe miraba por el ventanal la infinita oscuridad que invadía el mundo.
De pronto sintió un tacto cálido en su cuello.
La espada de Cornelius rozaba su cuello. En un descuido del elfo el nigromante se giró. Su intentó no valió.
Algo afilado le atravesó la fría carne.
Comenzó sentir en su corazón fuego, su corazón ardía como una antorcha al igual que todo su cuerpo.
Su malvada alma salía de su cuerpo como absorbida por un ciclón bestial.
Sus aullidos eran terroríficos.
Al instante desapareció en la nada. La única manera de matar a un medio muerto sería clavándole un cuerno de unicornio.
Cornelius había ganado la batalla.
Aún así no todo había acabado.
Tras rescatar a la princesa desmayada en sus brazos seguido de muertos y espectros. Se lanzó al lago de las sirenas.
Una vez allí, el agua era turbia. No conseguía ver ni un alga, al momento un destello plateado en la arena mojada le captó la atención.
Lo cogió con curiosidad, ¡era el anillo perdido!, ¡lo había encontrado!

En tierra firme reposaba el cuerpo inerte de Sirca.
El hechizo del nigromante había hecho su efecto. El príncipe había muerto y el hechizo seguía intacto.

Le colocó el anillo en los dedos desnudos, se aproximó a su cara y le dio un largo beso en los labios.
Los labios vírgenes de ambos sintieron el tacto calido por primera vez.
El sentimiento escondido había a salido al exterior, como un capullo florece en un rosal.
El efecto desapareció y la princesa reaccionó.
Solo el verdadero amor de un elfo desvanecería tan potente hechizo.
Esta historia se contaba cada vez que se recordaba a los reyes del reino elfo.
En cuanto al lado oscuro, murió sumido en la oscuridad. Un reino de muertos sin su rey no es un reino.

VICTORIA IBÁÑEZ (14años)

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